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“Sorprendentes evidencias de estructuras alienígenas en la Luna”

Desde la llegada de las misiones espaciales a la luna, muchos rumores sobre la existencia de ruinas antiguas de ciudades recorren el mundo. Desde creyentes a científicos, e incluso ex astronautas, una gran cantidad de información sobre la luna se ha filtrado al público en los últimos años pero, ¿que hay de verdad en todo esto?

El 19 de Julio de 1969 el modulo principal de la misión Apolo XI entraba en órbita alrededor de la Luna y comenzaba a ultimarse todos los preparativos que permitirían que el modulo Eagle alunizara sobre la superficie de nuestro satélite dos días después.

La rutina de los preparativos técnicos fue interrumpida por una llamada de Misión Central de Houston (Texas) que previno a los astronautas de algo insólito que debían tratar de comprobar:

Al parecer varios astrónomos aficionados habían telefoneado a la NASA para informar de que estaban viendo un fenómeno LTP en las inmediaciones del cráter Aristarco, muy cerca de la órbita de la nave estadounidense.

Tras recibir la orden, Neil Armstrong, sin pensarlo un segundo, fue hacia una de las ventanillas del modulo y observo, en la cercanía de lo que creyó que era el cráter Aristarco en cuestión “un área considerablemente mas iluminada que la zonas de alrededor.

Parece que tiene algo de fluorescencia“. Sorprendentemente, tras el final de la misión, Houston no se pronuncio nunca sobre la naturaleza de este y otros avistamientos de luces extrañas durante este vuelo espacial, si bien posteriores mediciones del cráter Aristarco pusieron de relieve que en la zona existían unos niveles de radioactividad de difícil explicación.

Desde entonces hasta hoy han pasado ya muchos años. En aquellos épicos días de la llegada del hombre a la Luna muchos astrónomos creyeron ingenuamente que los astronautas de las misiones Apolo despejarían las incógnitas nacidas a la luz de sus observaciones nocturnas.

Pero pocas esperanzas se demostraron tan infundadas como esta. En definitiva, se encontraron con un satélite “muerto” geológicamente hablando.

Por otra parte, el casi 1/3 de tonelada de tierra y piedras lunares que trajeron con sigo a la Tierra, así como sus filmaciones y mediciones sobre el terreno, después de haber sido analizadas concienzudamente en los laboratorios de la NASA norteamericana, no solo se ratificaron las impresiones de los astronautas sobre la esterilidad de aquel mundo, sino que ayudaron a incluir nuevos y aun mas incómodos enigmas.

Por ejemplo, las misiones Apolo pusieron de relieve la existencia de un campo magnético irregular alrededor de la Luna que incluso se puede encontrar en los materiales “exportados” del satélite.

No esta claro como pudieron originarse semejantes índices de magnetismo en este pequeño cuerpo astronómico, incapaz de contener un núcleo de metal caliente o fundido.

Pero además – señalaron los propios ingenieros de la NASA – la Luna tampoco gira suficientemente veloz como para crear un efecto dinamo sobre los minerales lunares.

En Junio de 1985 el investigador norteamericano Willian Corliss hizo acopio de estas y otras “irregularidades” no resueltas por la NASA en el transcurso de su proyecto LUNAR, ORBITER y APOLO, enunciando en su obra “The moon and the planet: A catalog on astronomical anomalies” mas de 60 categorías distintas de fenómenos extraños relacionados con la Luna.

Entre las mas espectaculares se encuentran las que hacen referencia a su órbita irregular y que han pretendido explicarse gracias a perturbaciones gravitacionales de origen no identificado.

La mas seria de estas perturbaciones es el alejamiento de la Tierra que excepcionalmente nuestro satélite y que pone en evidencia la fragilidad del sistema gravitacional Tierra-Luna, al tiempo que valida la teoría de que esta ultima fue capturada por nuestro planeta hace varios miles de años y que por lo tanto, corre el serio riesgo de volverse a escapar en cualquier momento…

O lo que es peor, terminar por impactar contra este calido punto azul “algún día – especifica Corliss en su trabajo” en el futuro, pudríamos perder la Luna y esta podría terminar convirtiéndose en un planeta por derecho propio”.

Ni que decir tiene que, durante los últimos años esta clase de especulaciones han allanado considerablemente el terreno a escritores cuyos argumentos están a medio camino entre la ciencia y mas delirante ciencia-ficción.

Uno de ellos, sin duda de los mas notables, es el norteamericano Don Wilson, quien tan solo 3 años después de cancelar el proyecto Apolo publico en 1975 su libro “La Luna una misteriosa nave espacial“, en el que además de acusar a la NASA de ocultar información obtenida durante sus misiones en la Luna, concluía que nuestro satélite era en realidad una especie de gigantesca nave espacial, esférica en cuyo núcleo se encontraba una colosal base extraterrestre.

No tardaron en irse a la zaga autores como George H. Leonard, quien, en su libro “Some one else in on our Moon” (1976) mostraba convencido algunas fotografías de la NASA de nuestra visita a la Luna en donde – a su juicio – se apreciaban claramente muestras de tecnología alienígena.

Sus argumentos se fundamentaban sobre imágenes en las que parece apreciarse rastros de ruedas sobre el polvo lunar, presuntas excavadoras gigantescas o entradas a bases subterráneas.. ¿Que opinas?

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